En las sociedades se considera por lo general la educación como una parte esencial para el desarrollo de habilidades, conocimiento y aptitudes que potenciaran al individuo para su adaptación integral al sistema.
En la relación del estado y educación, se “asume la gestión directa de la educación que se convierte en un servicio público abierto a todos. Surgen así dos modelos distintos: el liberal o dual que contempla dos tramos educativos, una instrucción elemental y gratuita para el pueblo y otra superior y onerosa para las capas altas; el jacobino o social que propone una instrucción igual para toda la población y es el antecedente de la concepción de la educación como un derecho. Para el autor ambos modelos originan la antítesis entre las tendencias que ven la educación como instrumento de control social y las que la consideran factor de emancipación y cambio social” (Manuel de Puellez Benítez, sobre la educación en sociedades europeas).
Es en este contexto, que la visión de la educación como instrumento de control social y/o cambio social es clave para el desarrollo de sociedades que hoy apuestan por modelos con establecimientos de “criterios de responsabilidad social”.
Sin embargo los esfuerzos se concentran en matizar el conocimiento respecto del entorno y aportar herramientas básicas de interacción con el mercado (lectura “de etiquetas”, calculo “de deudas”, atención “de necesidades”, noción “de aspiraciones individualistas”, comprensión “del estado del mercado”, etc).
Hoy la concepción de estado está muy ligada a las grandes corporaciones y sus intereses en objetivos de mercado, que no necesariamente apuntan a una sana convivencia entre individuos y organizaciones, el estado debiera velar por el equilibrio “justo de estas variables” de hecho el origen de la concepción “política” de esta (el estado), se define como “la actividad humana que tiende a gobernar o dirigir la acción del Estado en beneficio de la sociedad”. Esto si sus políticos buscan este beneficio.
Sin embargo, todo apunta al desarrollo de sociedades “consumistas” en donde el consumismo como la acumulación, compra o consumo de bienes y servicios considerados no esenciales, advierten sobre los riesgos de la sobreexcitación de quienes componen el sistema sin una educación que contemple de verdad elementos esenciales de “educación en consumo”.
Hoy en Chile se visualiza una situación muy preocupante, al ver como en libros y textos escolares se interviene el aprendizaje con esa ambientación poco objetiva y fría, muy propia del capitalismo orientado al consumismo.
Al parecer quienes “velan por los intereses” de los gobernados olvidaron la importancia de la trascendencia humana y su sistema de origen basado en valores y aportes que diferencian la ignorancia de la estupidez, la vanidad de la sencillez, la soberbia de la autocritica y lo necesario de lo irrelevante.
Por Juan Carlos Andrade Araya, Educación en consumo y Marketing responsable.