Mantener una ciudad con el estilo de vida actual es caro, generar energía para luminarias en las calles, mantener locales nocturnos, edificaciones, conciertos, etc (sin mencionar el gasto de energía de un Mall). Nuestros actos de consumo reflejan en parte lo que somos, sin embargo el consumismo refleja nuestro escaso sentido de la responsabilidad social.
La mayoría de las personas que fuman tiran sus colillas al suelo (jardineras de árboles y calles son ceniceros improvisados), ni pensar en portar bolsas plásticas para guardar sus residuos.
Muchas personas disfrutan de largas duchas de agua, en verano las piscinas ya no solo son parte de grandes viviendas, ahora, se improvisan en pequeños patios la ubicación de “piscinas” que satisfagan la necesidad de refrescarse, sin embargo, ni pensar en incrementar el cobro por el exceso de consumo de este bien.
Un Mall como Parque Arauco, lo más probable es que consuma lo que consume una ciudad pequeña del sur de Chile como Mulchen y en Santiago existen más de 5 Malls, ni pensar en limitar el horario de cierre a las 16:00hrs u otra medida de ahorro.
Cuando los ciudadanos marchan lo hacen por la convicción de tener la razón en contra de algo que consideran injusto. Levantarse “de sus asientos” ya requiere un acto de voluntad que traspasa el mero deseo, pues en realidad se manifiesta, se hace “tangible”. Sin embargo, “la coherencia” es clave para un cambio fondo, y no de forma.
Ser más responsables no solo es misión de empresas (RSE), es importante la visión de la responsabilidad social del consumidor y más importante aún la responsabilidad social de estado, sobre todo en materia de un modelo que asume “el consumismo” como la base de desarrollo y crecimiento de las naciones.
Por Juan Carlos Andrade Araya, Educación en consumo y Marketing responsable.